El guardagujas
¡Diles que no me maten!
Lo que solo uno escucha
La suerte
Chac Mool
Amelia Otero
Tarde de agostoEL GUARDAGUJAS
Esta historia trata de un forastero que llega a la estación de un tren. De pronto "alguien, salido de quién sabe dónde", le da una palmada muy suave; ese alguien es "un viejecillo de vago aspecto ferrocarrilero", todo él indeterminado, irreal, quizá también con alguna pequeña dosis de locura.
Cuando el desconocido llama la atención del viajero, éste le pregunta con ansiedad si ya ha pasado el tren. El viejecillo le responde con otra pregunta: "¿Lleva usted poco tiempo en este país?"
En este cuento la vida, durante los largos trayectos, sufre transformaciones; de la sencilla charla en los vagones surgen amistades perdurables e incluso grandes idilios. El cuento se acerca a su fin cuando se oye el silbido de un tren verdadero. El viejo guardagujas interrumpe su plática y se pone a hacer señales ridículas y desordenadas con una linterna, al tiempo que echa a correr desaforadamente por la vía. Cuando está a cierta distancia, se vuelve para gritar. “!Tiene usted suerte! Mañana llegará a su famosa estación. ¿Cómo dice usted que se llama?" Luego, el viejecillo se disuelve en la clara mañana. "Pero el punto rojo de la linterna siguió corriendo y saltando entre los rieles, imprudentemente, al encuentro del tren. Al fondo del paisaje, la locomotora se acercaba como un ruidoso advenimiento."
El guardajugas fue escrito por:
Juan José Arreola
Escritor mexicano, nació en Jalisco en 1918. Es un escritor considerado el maestro del relato corto. Con un sentido del humor expresa la realidad absurda y grotesca de un mundo cruel y desolado. Ha desempeñado más de veinte oficios y empleos diferentes: vendedor ambulante, periodista, mozo de cuerda, cobrador de banco, impresor, comediante, panadero, etc. Editó, con Antonio A la torre, la revista Pan y con Rivas Sainz, la revista Eos. Becado por el Gobierno francés, viajó a Francia y estudió con Louis Jouvet, Jean Louis Barrault.
Es miembro del grupo teatral Poesía en voz alta; fundó talleres literarios, dirigió importantes publicaciones (Los presentes, Cuadernos y Libros del unicornio, la revista Mester y las ediciones del mismo nombre, durante la década de 1960). Ha publicado Varia invención (1949), Confabulario (1952), La hora de todos (teatro, 1954), Bestiario (1958), La feria (novela, 1963); su última obra escrita, La palabra educación (1973), recopila sus intervenciones orales. Prosa cincelada, breve, humorística, erudita, de añeja tradición, el Mester medieval, oficio artesanal: “Las palabras, dice Arreola, definiendo el sentido literal de la oralidad, bien acomodadas crean nuevas obligaciones y producen una significación mayor que la que tienen aisladamente”.
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